Antonia y Luís compraron su piso y el banco les obligó a contratar un seguro de vida de su aseguradora, más caro que el que ofrecía su corredor de toda la vida, pero sin el seguro aplicaban un interés más alto.
Hace un mes, un sábado, Luis dijo “Salgo a dar un paseo con Paco”, le dio un beso a Antonia, y salió con su bicicleta a pasar un buen rato.
Jamás regresó.
Hoy le han dicho a Antonia en el banco que no le van a pagar porque excluyen el ciclismo aficionado en su seguro.
Dentro de poco perderá el piso: no puede pagarlo con la pensión que le queda.